HUMILDAD

Muchas veces hemos escuchado la expresión “hay que ser humilde” pero ¿qué significa ser humilde?, ¿qué es la humildad?, ¿dónde están los límites de la humildad?, ¿qué es la falsa humildad?

Primero, la expresión “hay que ser humilde” implica una obligación y debemos empezar a hablar de humildad como un acto que nace de nosotros y no como una obligación, vamos a hablar únicamente de Ser Humilde.

Ser humilde es simplemente Ser, sin aditivos, sin añadidos, sin ensalzamientos del Ser, sin detrimento del Ser. Ser en nuestra máxima expresión lo que uno ES en toda su esencia, sin adornos que traten de ocultar o ensalzar lo que en nuestra perfección ya somos.

No precisamos vendernos, ni adornarnos ya somos Seres perfectos y mostrar lo que uno ES, es un acto de humildad. Lo que somos, ni si quiera nos pertenece pues pertenece a la vida y como el Ser que somos nos brindamos a la vida en toda nuestra totalidad. Este es el mayor acto de humildad que podemos realizar, entregarnos a la vida, mostrar lo que somos, entregar nuestro corazón sin ninguna condición.

Y del mismo modo, permitimos que el otro se muestre en toda su esencia, sin limitación, sin comparación, sin invadir la individualidad del otro y sin perder nuestra individualidad. Esto también es un acto de humildad. Vamos a permitirnos Ser quienes somos y vamos a permitir que el otro Sea quien Es.

Ser humilde es simplemente Ser, sin juicios, sin críticas, sin vanagloriar, sin ensalzar, sin desprestigiar. Uno simplemente ES y somos en nuestra totalidad UN SER perfecto.

Ser humilde es aceptar nuestras luces sin posicionarnos por encima del otro, es aceptar nuestras sombras sin posicionarnos por debajo del otro. Es el mismo acto de soberbia cuando ensalzamos nuestro Ser por encima de los demás que cuando, con falsa humildad, nos posicionamos por debajo, pues ambas posiciones no respetan el equilibrio de la existencia, que todo existe en su máxima perfección.

Ser humilde es aceptar al otro Ser del mismo modo que lo haremos de nosotros, sin añadidos, sin adornos, sin ensalzar al otro Ser por encima de nosotros, sin desvalorar al otro Ser por debajo de nosotros. Aceptar la perfección de la existencia y del Ser, es un acto de humildad.

Ser humilde es aceptar la perfección del Universo, de la vida, de las experiencias, de nuestras emociones… de todo cuanto nos rodea, somos y vivimos. Ser humilde es Ser, permitirnos Ser quienes somos y permitiendo que el otro muestre su Ser.

Todo cuanto existe es perfecto y aceptar esta máxima es aceptar el camino divino que escogimos al nacer. Todos elegimos nuestra existencia de vida, elegimos nuestras experiencias, nuestras virtudes, nuestras sombras… todo cuanto experimentamos es perfecto y aceptar esta perfección es Ser humilde.

Cuando nos revelamos ante la existencia, ante la vida, ante lo que experimentamos y vivimos, nos posicionamos por encima de ella, entramos en conflicto con la existencia juzgándola y rechazándola. Y, ¿quiénes somos nosotros para juzgar lo que en el plan divino y en esencia hemos elegido? Al rechazar nuestras experiencias de vida, nos estamos rechazando a nosotros mismos, quienes en esencia, hemos elegido experimentar lo que vivimos.

Aceptar con gratitud nuestro camino, nuestras experiencias, nuestros aprendizajes, respetando la perfección del plan superior de nuestra alma, de nuestro SER Superior, es un acto de humildad. Hágase en mi tu palabra, que significa: hágase el plan superior que nuestra alma eligió y no la voluntad de nuestro ego. Tengamos confianza. Ser humilde es ausencia del yo, porque cuando desaparece el Yo regresamos al Nosotros, cuando estamos en el Nosotros, estamos en la conciencia de UNIDAD. Es en ese momento cuando desaparecen los juicios, las críticas, las comparativas… cuando estamos en el “nosotros” no existe el juicio porque sabemos a ciencia cierta que Yo soy Tu y que Tu eres Yo. Sabemos que cuando juzgamos al otro en realidad nos estamos juzgando a nosotros mismos y cuando nos juzgamos a nosotros, estamos juzgando la existencia, juzgamos la vida negando su perfección.

Rendirnos ante la vida, aceptando lo que somos y vivimos es un acto de humildad. Vamos a permitirnos mostrar lo que somos, entregar nuestro corazón, permitiéndonos simplemente SER y del mismo modo, vamos a permitir que el otro muestre lo que ES. Seamos humildes, aceptar lo que somos y vivimos nos traerá Paz Interior. Dejemos el conflicto para simplemente aceptar con gratitud nuestra vida y nuestro Ser.

Practiquemos la humildad, entreguemos nuestro corazón y vamos simplemente a SER.



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